Vendedores ambulantes Estepona concentración

Redacción

«Nuestros hijos tienen que comer”, el grito desgarrador de los vendedores del mercadillo de Estepona

José María García Urbano

Mercadillo Estepona

Los vendedores intensifican su presión sobre el Ayuntamiento y paralizan su actividad por tercera semana consecutiva. Sin mercadillo en la ciudad, la situación ha generado un conflicto creciente entre los comerciantes y el Ayuntamiento presidido por el popular José María García Urbano, quien parece que le ha echado un pulso contra este sector.

Este miércoles, los vendedores ambulantes de Estepona convocaron una nueva concentración en la calle Francia. Su objetivo, como en las anteriores movilizaciones, han sido de nuevo, la exigencia de respuestas del Ayuntamiento. Entre las principales quejas y demandas del colectivo se integran la reducción de horarios, la prohibición de estacionar detrás de los puestos y la falta de un espacio adecuado para el mercadillo. Frente a este escenario, los vendedores ambulantes proponen un nuevo emplazamiento cercano al actual.

También argumentan que sería muy positivo agrupar todos los puestos en una sola vía, ya que entienden, que esta nueva reubicación mejoraría notablemente la circulación y el movimiento beneficiando a los vehículos de servicios de emergencia así como para el público. Reivindican que un cambio de ubicación posibilitaría también mantener los furgones en la parte trasera de sus puestos así como disponer de libertad horaria para montar sus puestos.

Ese lugar que para ellos, aglutina todas esas características, lo sitúan en una zona concreta del recinto ferial, lo que conllevaría además, un aumento de visitantes. Defienden que el nuevo recinto sea más amplio, accesible y con suficiente zona de aparcamiento.

Los vendedores del mercadillo de Estepona denuncian la drástica reducción de puestos, pasando de 243 a solo 99, y expresan su preocupación por el futuro de su actividad. Recuerdan que su trabajo es su sustento, que cumplen con sus obligaciones fiscales y lamentan lo que perciben como un intento del Ayuntamiento de hacer desaparecer el mercadillo. “Nuestros hijos tienen que comer”, es el desgarrador grito de estos profesionales que además mantienen con firmeza que están defendiendo su puesto de trabajo frente a la amenaza de quedarse sin empleo. Un grave amenaza, la del paro laboral, ya que en este sector es muy habitual que en cada puesto, trabajen varios miembros de una misma familia.

La tensión sube y la desesperación comienza a notarse en este colectivo de comerciantes, ante la inacción del Ayuntamiento, la ausencia de soluciones concretas y la no respuesta a las peticiones de reuniones solicitadas con el alcalde.