El Castillo de Montemayor se erige como uno de los enclaves fortificados más destacados del suroeste andaluz, tanto por su valor histórico como por su privilegiada ubicación estratégica.
Sus orígenes se remontan al siglo X, en plena época califal, dentro del proceso de «encastillamiento» propio de Al-Ándalus. Este modelo de ocupación del territorio articulaba el poblamiento en torno a castillos de altura y alquerías fortificadas asociadas, como la cercana Hisn al-Ward (también conocida como Marro), que llegó a convertirse en un pequeño reino de taifas.
Uno de sus personajes más ilustres fue Ibn Ayyub, poeta y escritor, quien hacia finales del siglo XI fortificó el castillo de Montemayor (entonces Hish Munti Mayor ) y se retiró allí en sus últimos años de vida. Falleció en la fortaleza en el año 1072, donde fue enterrado.
Montemayor no solo acogió a sabios y literatos, sino que también fue escenario de intensas luchas de poder. Uno de los episodios más destacados fue la rebelión de Abd al-Yabbar , hijo del rey al-Mutamid de Sevilla. Desde este castillo inició su levantamiento, logrando extender su influencia a localidades como Gaucín y Arcos, resistiendo el avance almorávide hasta el año 1095.
Del conjunto fortificado aún se conservan importantes vestigios, como la imponente Torre de la Reina , donde se aprecian restos de antiguos aposentos y un pozo. También se mantienen tramos originales de murales que evocan su antigua función militar.
Su ubicación en altura ofrece una ventaja táctica excepcional: desde sus cumbres pueden dividirse más de 100 kilómetros de la costa española, así como la costa norte de África. Este dominio visual se convirtió al castillo en una pieza clave en la defensa territorial durante las luchas entre reinos de taifas.
Durante la conquista cristiana, Montemayor fue incluido en las Capitulaciones de Marbella, siendo junto a Cortes y otros núcleos poblacionales. Tras la expulsión de sus habitantes, la fortaleza se utilizó como centro de concentración del ejército del duque de Arcos durante la rebelión de los moriscos. En palabras de la época, era “tan grande atalaya que no se puede conocer cosa en esta comarca”.
El legado defensivo de Benahavís se extiende más allá del castillo. El municipio conserva otras estructuras estratégicas como las torres vigías de Leonera, Alcuzcuz, Tramores y Daidín , que formaban una sofisticada red de vigilancia frente a incursiones externas.
El Castillo de Montemayor no es solo una reliquia del pasado; es un símbolo vivo de la historia andalusí y cristiana que define la identidad de Benahavís. Es, al mismo tiempo, testimonio de resistencia, expresión de arte militar y reflejo de un tiempo en que la fortaleza era sinónimo de supervivencia.