A la larga toda afición toma bárbara notoriedad, y siendo Málaga de escudo y realidad más que hospitalaria, es de temer nuestro hoolanguerío, al tratarse de un asunto tan mayor, como que nos tiren una personal los contrarios; los clamores pueden aflojar el pulso del encestador más certero. Recientemente nuestra escuadra baloncestística, llevada por el impulso del demoniaco graderío, ha sometido al Barça y hasta al Madrid le alargaron el triunfo de las semifinales, no nos supo ser. El tercer encuentro, el ganado a los blancos, los verdes y morados de UNICAJA, tuvieron unos espectadores de excepción: don Alberto Núñez Feijóo, zascandileando con sus tropas del Paraíso, acompañado del excelentísimo Juanma y el decaído Bendodo.
Atento al marcador y el disfrute con nuestra escuadra, no pude percibir el momento en que las cámaras de Movistar, soliviantaron a las masas enfocando a sus ilustrísimas, con el sonoro abucheo de la parroquia. Pero como vivimos en la Nube, los mis adversarios se han encargado de lanzar a los cuatro terabytes, el bochorno que sufrieron los líderes populares, en su guiño de asueto busca votos. No sé si la escandalera la sufrieron por su errada política nacional y regional, por la causa palestina debido a que el pavor del Finisterre, tiene después de las meigas al Madrid como favorito. Todo a la vez.
Sea como sea, la oposición a Feijóo no debió de hacer tanta divulgación del fiasco del PP, porque tampoco estamos nosotros para sacarnos un abono, sino de ocultos en el último de la fila. Visto como está el patio, me temo que los palcos no están para emperadores, en todo caso las barreras, pueden ser de camuflaje para encontrar el entusiasmo de los tendidos, defensores a ultranza del festín nacional; aunque para eso se apañe un brindis del torero de VOX, Morante de la Puebla, para vergüenza del ULTRAje.
