Francisco Pimentel

El 20 Noviembre y la sombra de Kissinger

Opinión

Hay varias cosas que a los que nacimos y vivimos en los años del primer franquismo nos taladraron el cerebro : la obligación de cantar el “cara al sol” con la mano levantada cada mañana antes de comenzar la clase y después rezar por el Papa y por el invicto Caudillo. Yo debería tener 5 ó 6 años cuando tenía por maestro a Don Bruno en el destartalado colegio de la calle Las Tiendas y procuraba no cantar el Cara al Sol ni levantar la mano, por el Papa medio rezaba aunque no comprendía ni aceptaba como es que a continuación se nos pedía rezar por el asesino de mi abuelo, y para evitar dejarme llevar por la corriente de los 40 ó 50 niños que rezaban yo me mordía la lengua.

Así era el lavado de cerebro fascista que durante todo el franquismo volvió idiotas a tanta gente, imponiéndoles unos dogmas y un relato histórico que nada tenían que ver con la realidad sino con su interés de eliminar la República como si no hubiera existido y hacernos tragar, mediante métodos de la Inquisición, con un representante de un dios todopoderoso y un caudillo-gobernante, impuesto por la gracia de ese mismo dios inexistente al que debíamos dar gracias eternas porque ellos nos libraron de los hordas marxistas, aunque teníamos que llevar una vida miserable.

También tuvimos que soportar durante años “el tararí y el parte de las dos y media de la tarde” con el que Matías Prats, vocero del régimen fascista, nos taladraba los tímpanos con aquella voz hueca y trompetera con la que nos hacía permanecer en estado de guerra en aquella España gris y empobrecida que siempre terminaba con “Viva Franco, Arriba España”.

Hay teorías que mantienen que el cambio de régimen empezó a fraguarse por indicación de los yanquis, porque según los estudios de la CIA no les convenía que la dictadura se prolongara más allá de la muerte de Franco. Así que dicen que prepararon el atentado contra Carrero Blanco, el sucesor designado por Franco, sirviéndose de gente de ETA. Los mismos yanquis que habían evitado que España fuera liberada del fascismo y mantuvieron a Franco en el poder después de la segunda guerra mundial para colonizarnos y colocar varias bases militares con submarinos y aviones portadores de bombas atómicas, que a punto estuvieron en Palomares de arrasar media España.

Cuarenta años, y lo que cuelga, tuvimos que soportar el dominio de la extrema derecha fascista hasta que por fin un 20 de Noviembre del 1975Arias Navarro, el «Carnicero de Málaga«, el de la familia de los quesos, dijo aquello de “Españoles Franco ha muerto”.

Pero antes tuvimos que soportar también su prolongada agonía con el hedor diario a la hora de comer del parte médico que terminaba diciendo aquello de que Franco había “depuesto heces con forma de cabellera”. Todos los días durante dos semanas, aunque se dice que había muerto días antes porque su yerno y el Búnker habrían dilatado la muerte en un intento de evitar que se les escapara el control del país. Finalmente viendo que no podían ocultar mucho más tiempo la muerte del asesino, decidieron hacerla coincidir con la muerte de otro fascista, José Antonio, que había sido el 20 de Noviembre del 1936 y casi con la muerte de Carrero Blanco ocurrida el 20 de diciembre del 1973. Así tendrían un remate para su martirologio de fascistas.

¿Estábamos contentos quienes éramos demócratas antifascistas y habíamos luchado en la clandestinidad para terminar con el franquismo? Pues es que a nosotros nos hubiera gustado que Franco hubiera terminado como sus compinches Hitler y Mussolini o mejor aún que hubiera sido juzgado por un tribunal democrático.

Paco Pimentel
Memoria Histórica de Ronda y Serranía
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