Tras 35 años de servicio, la protectora de animales Fidelio, todo un referente en Benalmádena, encara su cierre definitivo. Lo que para muchos vecinos era una institución dedicada a rescatar, acoger y dar una segunda oportunidad a cientos de animales abandonados, se ha visto de pronto desplazada por un proyecto urbanístico que ha generado polémica: la construcción de un cementerio chino en el entorno donde se ubica la protectora.
El detonante fue el propio anuncio del Ayuntamiento, que llegó a presentar el cierre como una decisión “consensuada” con los voluntarios. Incluso el alcalde, Juan Antonio Lara, posó sonriente en una fotografía que, a ojos de muchos ciudadanos, representaba no un acuerdo, sino el final de un servicio esencial para el municipio.
Indignación y rabia
La reacción social no tardó en llegar. Vecinos y voluntarios, indignados por la forma en que se había gestionado el asunto, desmontaron rápidamente la versión oficial. Frente al relato de consenso, surgió la realidad: Fidelio dejaría de funcionar y no podría acoger más animales abandonados. Se abrió así un movimiento ciudadano que reclama su continuidad y que ya ha comenzado a recoger firmas para frenar el cierre.
Los socialistas de Benalmádena han sido los primeros en trasladar el asunto al terreno político. En rueda de prensa, el secretario general del PSOE local, Víctor Navas, denunció que la prioridad del gobierno de Lara sea “cerrar una protectora de prestigio para dar paso a un cementerio chino”. Lo calificó no solo de error administrativo, sino de “decisión simbólica y preocupante” que refleja un modelo de ciudad.
A la indignación ciudadana se suma el reproche legal. Según la concejala socialista Sandra Ochoa, el cierre sin alternativa incumple la normativa que obliga a los ayuntamientos a garantizar la recogida y atención de los animales abandonados.
Moción para evitar su cierre
Ante este escenario, el PSOE ha anunciado que llevará al pleno de septiembre una moción para exigir que Fidelio siga activa hasta que exista una alternativa real y operativa, que continúe recogiendo animales sin restricciones y que el gobierno defina de una vez cuál es el modelo de gestión previsto para sustituirla.
Mientras tanto, los animales que todavía residen en la protectora podrán ser adoptados, pero la puerta de entrada para nuevos casos permanecerá cerrada. Una paradoja que, según los voluntarios y vecinos movilizados, amenaza con dejar a Benalmádena sin uno de sus servicios más humanos y reconocidos.
