Los que tenemos memorietas hemos disfrutado en el Parque de Atracciones de Benalmádena, el oasis canoro de los finales del franquismo: durante cerca de 50 años, sus espectáculos, los cacharritos y el hot dog, antes de meternos mis amigos Julio y el Sebastín en su discoteca vacía, a darle el cierre a nuestras correrías de la noche de la Costa del Sol, eran nuestra gran musa de variedades y diversión.
La verdad es para ponerme moños, pero hasta que me hicieron cargo de la Feria de Málaga y se nos ocurrió la Serenata de la Luna Joven, El Tivoli fue centro y guía para apreciar las galas de los más celebrados artistas del momento estival y entretener a paisanos y foráneos. Departí con su primer propietario invitándonos mutuamente a nuestros eventos, acordes para evitar la competencia. Separados de esos mundos, conocí la presencia de su nuevo dueño Rafael Gómez, popularmente llamado Sandokán: cómo ya tengo despuntados los cuernos del cabrito, inmediatamente pensé en que en los 70.000 metros cuadrados del Parque, iban a crecer más grúas que cruces en el final de Espartaco; pero hete aquí que supe que firmó sin pestañear un ciento de contratos de interpretes para impulsar sus celebres veladas. La cosa terminó en que vendió al grupo inmobiliario Tremon: pandemia, mala gana, concurso de acreedores y cerrojazo. Trabajadores, ayuntamiento socialista, no pudieron revitalizar el oasis, dadas las pretensiones de los Tremon.
Hace poco vi con alegría el anuncio de su reapertura, empresa y alcalde del PP, tomaban los titulares de triunfadores; pero hoy mis amigos del grupo socialista que preside Víctor Navas, han declarado en altavoz los manejos del acuerdo feliz del gobierno popular, como un presumible pelotazo donde la superficie del Tivoli pierde la mitad de metros para dedicarlo a explotación comercial y hostelería. Inmediatamente el PP ha lanzado contra el exalcalde el lanzallamas, para apagar el fuego de su arrasadora práctica urbanística, sustentada con mucha propaganda, pero sin informar a los obligados concejales de la oposición y sin datos numéricos que avalen el resultado.
Curro Flores