Mientras se sucedían los mil quinientos metros de zapatazos del desfile nacional, desfilaban hacia los tendidos de Las Ventas, una pléyade de aficionados a la Otra-Fiesta Nacional, al Festival para darle base económica al monumento a Antoñete, promovido por Morante. Por la noticia del “corte de coleta” del diestro de la Puebla, me enteré de cosillas del acontecimiento de matutino corto, en el que salieron por la Puerta Grande, Curro Vázquez a sus 74 años, César Rincón, 60 años, en su retiro de torero genuino de la Hispanidad de “ida y vuelta” y la novillera excepción en el gremio Olga Casado, veintipoquísimos.
En cualquier otro deporte de riesgo, reaparecer con esas edades, da para sentirse infartado, en cualquier capotazo a la carretilla, pero como Borges decía de nuestra genuina barbarie, “los toreros son bufones de la valentía”, porque el juego de birlibirloque con los engaños, dan la pericia en un sueño de notoriedad de hábito hispano, dónde se crearon las “escuelas taurinas”, para paliar los hábitos violentos de la plebe que sacaba el cuchillo raudo, por un “quítame allá esas pajas”. -Miren la historia…Un día en una reunión del premio del Capote de Paseo, otorgado a la mejor faena de la Feria Taurina malagueña, alguien señaló el valor de los toreros, por lo qué Manuel Alcántara, dijo que valor Madame Curie, frente a cualquier hazaña de un lidiador de toros, lo que armó tal revuelo que estuvimos al borde de dar el capote de seda a cualquier Premio Nobel de Ciencias.
Morante se ha cortado la coleta, se la puso en su cuarto delante de Santiago Abascal, su político preferido; después calificó de “valiente” en su último brindis a Isabel Díaz Ayuso. Algunos de los seguidores del estético torero, se pueden sentir políticamente embotijados, pero yo que llevo el Curro por mis añejos trincherazos, sé del ambiente que el mayor deseo de la vana gloria del amasar billetes de los triunfadores, es parecerse a los potentados que les dejan ensayar en sus ganaderías, hasta políticamente pierden su tallaje original, para sentir al pueblo como un vulgar tendido para sacar pañuelos o tirarte almohadillas. He cerrado el librito del excelso Borges, porque no encuentro un estoconazo en La Historia Universal de la Infamia.