Cristobalito Gazmoño celebra hoy su onomástica, en el cuarto encierro con el parte de traslados en camilla dado por Cristina Igartua, esta vez una pamplonica de puras garnachas, tantas voceras tiene la banda de la Cruz Roja de los Sanfermines, que demuestra en su socorrido oficio que hay más mozas que los mozos huyendo a la carrera.
A la navarra se le escapó que el cornalón con pronóstico reservado lo recibió el Madrid por los arreones del PSG. Puesto en zocato hay que brindar con la alegría parisina-catarí de la femme du maire Ana Hidalgo de San Fernando; para que se chinchen los madriles goleados del santo atlético Almeida y la sacro real Ayuso de Florentino, ocho chicharitos a la francesa al copo. Más que indemne, en los partes nacionales, resultó Pedro Sánchez, que dio la revuelta al hemiciclo salvando el revuelo del resKoldo, portando los rabos de los endemoniados contrincantes, porque acabo la faena, ajustándose los machos y matando al volapié sin puntilla, con la ayuda de los puyazos del varilarguero Rufián y los quiebros rehileteros de la Díaz y Patxi, demasiado oposinante frente a tan vagos opositores.
Míster Trump en yanquilandia, demuestra que la democracia es la mejor forma de gobierno, aunque un cenutrio ocupe la Casa Blanca; su mistería que destaca por las bravuconadas, ayer se le escapó un cumplido al presidente de Liberia, señor Joseph Boakai, apreciándole su magnífico inglés; el Donald no tenía ni zorra que la lengua materna de Boakai era la de Shakespeare en presidios. Manolo Alcántara me repetía cada vez que un botarate con billetes nos los restregaba, que para ver la injusticia divina nada más que había que ver lo mal repartida que estaba la pasta, en las fortunas de muchos imbéciles poderosos. Siempre lo asentí, pero con mi cartilla en rojo, me entraba gana de ser el mayor de los imbéciles pero fardando en un Rolls-Royce, por probar.