Durante más de cuatro días, nadie sabía de ella. Ni sus amigos del gimnasio, ni su familia en Sincelejo, ni siquiera las redes sociales, donde Zunilda Hoyos solía compartir retazos de su vida: músculos de acero, voluntad inquebrantable y una sonrisa tan grande como sus sueños. Hasta que este jueves, la Policía Nacional encontró su cuerpo sin vida en un apartamento de lujo en Fuengirola, en la soleada Costa del Sol.
Zunilda, de 43 años, era una culturista profesional reconocida tanto en Colombia como en Emiratos Árabes, donde residía buena parte del año junto a su pareja, Jarrod Gelling, también culturista, de 46 años. Pero detrás de las fotos de pareja perfecta y las medallas doradas, se escondía una historia de silencios rotos y decisiones pospuestas. Zunilda quería separarse. Ya se lo había confesado a su familia, la misma que hoy suplica ayuda desde Colombia para repatriar su cuerpo.
El crimen fue brutal. Según la investigación, Gelling la habría asesinado a martillazos antes de quitarse la vida cortándose las venas en la bañera. Ambos cuerpos fueron encontrados en la urbanización Higuerón West Dream Apartments, un complejo turístico de alto nivel de Fuengirola. Allí habían llegado hacía pocos días, tras regresar de una competición en Dubái.
Un amigo del gimnasio de Zunilda, preocupado por no saber de ella desde el 14 de junio, denunció su desaparición el miércoles en la comisaría de Torremolinos. Gracias a ese gesto, la Policía accedió a la vivienda al día siguiente y confirmó lo peor.
Desde el Ministerio de Igualdad se ha confirmado que se trata de un nuevo caso de violencia de género. Zunilda no tenía hijos, ni había presentado denuncias previas. Pero los indicios y testimonios apuntan a que vivía una situación de maltrato: carácter agresivo, control, amenazas veladas. El mismo patrón de siempre, el mismo que ha dejado ya 15 mujeres asesinadas en lo que va de 2025, y 1.309 desde 2003.
Este viernes, Fuengirola guardó un minuto de silencio. La alcaldesa Ana Mula, acompañada por representantes institucionales y vecinos, condenó este crimen machista y expresó el apoyo del municipio a la familia de la víctima.
Mientras, a 7.600 kilómetros, en la cálida tierra de Sucre, sus seres queridos lloran a la mujer que llamaban la “Hulk de Sincelejo”. No por sus músculos, sino por su fuerza para salir adelante. Querían verla competir en Portugal, operarse la rodilla, empezar de nuevo, vivir sin miedo.
Querían verla libre.